Esta es una pregunta que puede ofrecer, por lo menos, un par de respuestas.
Hoy en día, a finales de septiembre y principios de octubre del año 2022, nos encontramos en una situación nacional en la cual, por primera vez en dos años, no tenemos reportes de fallecimientos diarios. Si bien, esto no quiere decir que ya no existan, es muy notorio que no es para nada, como era hasta hace unos meses, cuando hablábamos de decenas, o como hace un año, de cientos. Ahora, la mayor parte de la población ya tiene, en promedio, por lo menos una dosis de la vacuna y el contagio ya no implica una alta probabilidad de muerte, como lo fue en el inicio. Con esta información podríamos decir que la gravedad ha disminuido y, en cierto sentido, es verdad.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que, también, al día de hoy, se siguen descubriendo secuelas y consecuencias de la infección por SARS-CoV-2, además de la aparición de nuevas cepas que siguen siendo igual o más contagiosas, incluso dentro de la misma población que había generado inmunidad o recibido hasta tres dosis de la vacuna (dependiendo del plan de vacunación al cual se haya adscrito).
El Covid tiene una capacidad impresionante de dejar secuelas, sobre todo en personas con factores de riesgo (como la diabetes, asma o hipertensión) o comorbilidades, incluso, como se comentó anteriormente, tiene una facilidad increíble para adaptarse y seguir contagiando incluso entre la población que ya recibió todas las dosis correspondientes de las distintas vacunas aplicadas en territorio nacional.
A nivel neurológico, una de las últimas secuelas que se han descubierto en las personas adultas es la pérdida de memoria, además del síndrome inflamatorio multisistémico post-covid, el cual afecta, principalmente, a las infancias, aunque también es posible que se presente en el resto de la población, suele afectarles primero y de manera más notable. También se sabe de muchos casos de personas contagiadas donde sus síntomas respiratorios no han terminado de sobreponerse, esto puede observarse, por ejemplo, en gente a quien le cuesta realizar caminatas largas por falta de aire, o simplemente siente que su efectividad al realizar ejercicios físicos no es como antes de enfermar.
En este sentido podemos decir que sí, se justifica decir que la infección por Covid-19 sigue siendo grave, aun cuando ya pasaron dos años de que se volviera pandemia, ya que se sigue descubriendo nueva información que no es favorable para quiénes han contraído la infección, además de que no es posible determinar lo delicado que se encontrará un paciente si se contagiara en este momento.
Es por esto que se recomienda seguir las instrucciones de cuidado básico: el uso de cubrebocas en espacios cerrados, el estornudo de cortesía, el lavado constante de manos y; en lo posible, mantener la sana distancia.
¡Recuerda que “bajar la guardia” no es una opción! Dentro de lo posible, cuida las medidas para poder garantizar un espacio lo más limpio y seguro para ti y quienes te rodean, las nuevas cepas del virus siguen cambiando y lo más peligroso es pensar que somos una excepción y que no nos va a pasar nada, nos da una sensación de falsa seguridad que nos hace confiar y exponernos. La ansiada normalidad que extrañamos de antes ya no es suficiente, la nueva normalidad es la que tenemos ahora, y es una conciencia más amplia de lo fácil que es poner en riesgo nuestra salud, junto con los cuidados correspondientes, los cuales nos ayudarán a proteger nuestra salud, sobre todo en el caso de enfermedades como el Covid que pueden adquirirse sin presentar ningún síntoma y ocasionar que sea transmitido sin mayor advertencia por quienes lo portan.